Comentario
Capítulo CXXVI
Que trata de cómo salió Francisco de Villagran de la ciudad de Santiago para ir a socorrer a las ciudades de arriba
Habiendo oído Francisco de Villagran los embajadores de arriba, y habiendo repartido la moneda que dicho tengo, salió de esta ciudad para la imperial a primero de noviembre del año mil y quinientos y cincuenta y cuatro. Llegó a la ciudad Imperial en fin de noviembre. Y visto por los indios que no se habían alterado que les había llegado socorro aunque eran pocos, comenzaron a quemar las comidas que alrededor de la ciudad había en las sementeras, que por este tiempo en esta tierra se coge el trigo. Esto hacían ellos pensando que por hombre se irían los españoles de la tierra, mas al cabo la peor parte les cae, y escomenzaron de alzarse de nuevo. Visto el general el suceso, enviaba caudillos a todas partes a hacelles la guerra.
Vinieron los indios en tan gran necesidad de comida en algunas partes que se vinieron a comer unos a otros. Y algunos más lo hacían de vicio e de bellaquería que no de falta de comida que tenían, porque se vio en un pueblo estar el marido y la mujer al fuego, y tener un hijo de año y medio, y con unos cuchillos que tienen de cobre y de pedernal cortaban del hijo y lo asaban y lo comían. Y viose más, en casa de un vecino una india comer de sus carnes de esta manera, que se ataban dos cuerdas al muslo abajo y arriba, y del medio cortaba y comía. Y también se vido el marido a la mujer y la mujer al marido. Y ansí, andando los españoles por estas partes, se hallaban casas con cuartos colgados como carnecería y se vendían. Y para que no les hiciese mal, tomaron un remedio que lo cocían con aryán, y de esta arte no les hacía daño. Y comiendo les dio tan gran pestilencia, que lo uno con lo otro fue para desmenuirse en tal manera que faltan de tres partes las dos.
He querido hacer mención de esto porque es cosa admirable, y cierto no lo osara poner por memoria, si de ello no tuviera muchos testimonios. Y de comerse unos a otros no es de maravillar, que otra vez, según ellos dicen, se habían comido en tiempos pasados en que otra pestilencia y hambre había habido, de manera que quedó la tierra despoblada, y dicen indios antiguos, que de otra tierra de arriba se había vuelto a poblar aquella vez. En esto los tiene el demonio nuestro adversario, tan ensistidos, diciéndoles que ni más ni menos volverán a poblar como la otra vez pasada los mismos que mueren, y que no se les dé nada de morir, pues han de resucitar. Y a mi parecer les debe de decir el día del juicio. Y como es gente de tan poca razón creen que será así. E con esto, cuando vienen a pelear con los españoles no traen otro apellido sino que "muera el que muriese", que poco se les da de ello con la mala y errónea que tienen que han de resucitar.
A diez y siete días del mes de abril de mil y quinientos y cincuenta e cinco años vinieron los navíos a esta gobernación al puerto de Valparaíso, y Francisco de Villagran bajaba de visitar las ciudades de arriba, con los cuales navíos vino una provisión del Audiencia Real del Pirú, en que por ella proveían y mandaban que los alcaldes mandasen y proveyesen en todo aquello que ellos viesen que era necesario a la tierra, y que otra persona ninguna no se entremetiese en ello, y que Francisco de Aguirre se estuvise en la ciudad de la Serena, y Francisco de Villagran en la ciudad de Santiago. Y en ella mandaba que habiendo posibilidad y pudiéndose poblar, se poblase la ciudad de la Concepción, y que si para ello fuese menester gente se despoblase una ciudad de las de arriba, y que la justicia de la ciudad de Santiago diese favor y ayuda.
Llegado Francisco de Villagran a la ciudad de Santiago, se publicó la provisión, que aún no se había publicado hasta en tanto que llegase, porque le esperaron para ello, la cual provisión se publicó sábado a veinte y siete días del mes de abril del dicho año. Vista por Francisco de Villagran habló en general a todos, diciendo de esta manera:
"Señores y caballeros, ya ven vuestras mercedes lo que por los señores del Audiencia es proveído. Y hasta agora vuestras mercedes han cumplido lo que yo les he mandado como general e desde aquí adelante suplico a vuestras mercedes obedezcan a los alcaldes, porque ansí lo haré yo. Y el que al contrario hiciere, sepa que seré yo alguacil de los alcaldes para ejecutar la justicia", e que de allí adelante no era él más de una persona particular. Y ansí estuvo en la ciudad de Santiago sin ir ni venir contra cosa que los alcaldes hiciesen.